Los panes elaborados con masa madre y fermentación lenta se destacan por su sabor único, textura especial y beneficios para la salud. La masa madre, un cultivo natural de levaduras y bacterias, fermenta la masa durante un período prolongado, de 12 a 48 horas, lo que da como resultado un pan con miga densa y húmeda, y una corteza crujiente y dorada.
El sabor de estos panes es profundo y ligeramente ácido, una característica que varía según el tiempo de fermentación y el tipo de harina utilizada. Esta complejidad de sabores los distingue de los panes hechos con levadura comercial, que suelen ser más neutros.
La textura de la miga es elástica y aireada gracias a las burbujas de gas que se forman durante la fermentación. Esta estructura retiene mejor la humedad, prolongando la frescura del pan.
En términos nutricionales, la fermentación lenta descompone los fitatos de la harina, mejorando la absorción de minerales como el hierro y el zinc. Además, reduce el contenido de gluten, lo que hace que el pan sea más fácil de digerir para algunas personas. Estos panes también favorecen la salud intestinal gracias a las bacterias lácticas presentes en la masa madre.